La Casa Blanca desplegó un intenso movimiento diplomático para evitar que un ataque de Irán y sus aliados -Hamas, Hezbollah y Hutíes- contra Israel desemboque en una crisis total en Medio Oriente.
Washington considera inevitable que Teherán ordene una profunda ofensiva con misiles balísticos y drones, y a la par de sus negociaciones reservadas con líderes árabes reforzó su presencia militar -aviones y barcos de guerra- en el mar Rojo, el Mediterráneo y el Golfo Pérsico para proteger objetivos propios y defender a Israel.
Joseph Biden y Kamala Harris recibieron información clasificada respecto a los eventuales planes bélicos de Teherán, y en la Sala de Situación de la Casa Blanca no se descartó que la principal maniobra contra Israel se ejecute desde la frontera sur del Líbano.
En esa zona de Medio Oriente opera Hezbollah, un grupo terrorista armado con un poderoso arsenal provisto por Irán, Rusia y Corea del Norte.
Tras el cónclave informativo protagonizado por Biden y Harris, se inició un raid diplomático que lideró Antony Blinken. El secretario de Estado dialogó con el primer ministro de Qatar, Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, para abrir una negociación reservada con Irán destinada a contener un probable ataque contra Israel.
La respuesta de Irán a Estados Unidos fue directa: el regimen de los ayatollahs definió que Yahya Sinwar -principal responsable del ataque terrorista a Israel- suceda como líder de Hamas a Ismail Haniyeh, asesinado hace una semana en Teherán.
En paralelo a las conversaciones con Qatar, el secretario de Defensa, Lloyd Austin, se comunicó con su colega israelí, Yoav Galant, para coordinar la ayuda del Pentágono ante el posible ataque de Irán. A israel ya viajó el jefe del Comando Central de Estados Unidos, general Michael Erik Kurilla, quien se reunió con Galant ante inminente ofensiva de Teherán.
“Hablamos con el general Kurilla sobre la coordinación de las actividades de defensa y las formas de expandir la coalición internacional que enfrenta acciones agresivas por parte de Irán y sus representantes”, afirmó Galant en Jerusalem.
Estados Unidos envío a Medio Oriente un escuadrón de F-22, el portaviones Abraham Lincoln, y decenas de misiles cruceros de mediano alcance para derribar los drones y los cohetes que podrían lanzar Hezbollah desde el Líbano e Irán desde Siria e Irak. Este arsenal necesita coordinación por su despliegue en distintas locaciones, y la reunión entre Galant y Kurilla fue para cumplir con este objetivo táctico de defensa.
El potencial bélico desplegado no implica que la Casa Blanca apoye una guerra total en Medio Oriente. La diplomacia de Estados Unidos apunta a desescalar el conflicto y hasta Biden se involucró para ratificar las intenciones políticas de Washington.
El presidente demócrata dialogó con el rey de Jordania, Abdullah II, y a continuación el canciller jordano voló a Teherán para informar sobre la conversación que mantuvieron Biden y Abdullah.
Estados Unidos no quiere que haya una crisis total en Medio Oriente y se apoya en sus distintos aliados para lograr este objetivo geopolítico. Desde esa perspectiva, el G7 se sumó a las gestiones diplomáticas así como Arabia Saudita y Egipto.
Es poco probable que, ante un eventual conflicto con Irán, Arabia Saudita, Jordania y Qatar contribuyan a la defensa de Israel, pero estos países de la región están colaborando con la Casa Blanca para hacer un eventual control de daños.
Irán escuchó todos los mensajes que llegaron desde Washington. El líder supremo, ayatollah Ali Khamenei, conversó con el rey Abdullah II, el primer ministro Al Thani y el dictador sirio Bashar al Assad, y en todos los casos su respuesta fue idéntica: Teherán responderá al asesinato de Haniyeh con una ataque directo a Israel, que hasta ahora no se atribuyó la muerte del jefe de Hamas.
La respuesta de Alí Khamenei fue analizada en la Casa Blanca, y a partir de allí se inició otro movimiento diplomático sobre Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí. Estados Unidos rechaza que Netanyahu avance sobre el Líbano, si el principal ataque sobre Israel se ejecuta desde allí por Hezbollah.
No sería la primera vez que las Fuerzas de Defensa israelíes invaden el Líbano, y la administración Biden ya informó a Netanyahu que esa es una linea roja que no debe cruzar. El primer ministro no fue terminante en su respuesta.
Hasta anoche había dos certezas en DC: Irán a atacará a Israel, y ningún jugador clave -incluidos Qatar y Arabia- desean que el conflicto bélico escale a todo Medio Oriente.